jueves, 25 de julio de 2013

Un cerebro en cambio constante hasta la adolescencia

Neuronas del cerebro con el núcleo en azul, sus dendritas en verde y los axones en rojo.
Neuronas con el núcleo en azul, sus dendritas en verde y los axones en rojo. | M.Esteller
  • Su epigenoma evoluciona desde el desarrollo fetal hasta la juventud
  • Los cambios químicos podrían explicar la capacidad de aprendizaje de los niños
Que los niños son como esponjas no es ningún secreto para quien haya visto a un pequeño aprem4der palabras y habilidades con sólo repetirlas un par de veces. Sin embargo, esa plasticidad y esa capacidad de aprendizaje durante los primeros años de la vida sigue siendo un misterio para la neurología. Un nuevo trabajo, con participación española, podría ayudar a desvelarlo.
La clave, según puede leerse esta semana en la revista 'Science', está en el epigenoma, las instrucciones químicas que les dicen a los genes cuándo encenderse o apagarse y cómo comportarse, en definitiva. Mientras el genoma de un individuo, su ADN, permanece inalterable durante toda su existencia, este epigenoma es mucho más flexible y puede ir cambiando a lo largo de la vida.
De hecho, lo que ha observado un equipo en el que ha colaborado el español Manel Esteller (reciente premio Jaume I de Investigación) es que el epigenoma del cerebro está en constante ebullición desde el nacimiento hasta el final de la adolescencia, cuando parece ir asentándose para toda la vida adulta; hasta que vuelve a 'desequilibrarse' en la ancianidad.
Los investigadores del Instituto Salk y del Howard Hughes (ambos en California, EEUU) trabajaron con cerebros de ratón, pero también con muestras de individuos estadounidenses y catalanes de todas las edades (incluidos niños y adolescentes) cuyos cerebros permanecían conservados en bancos de tejidos.
"Observamos que el córtex cerebral, la región encargada de adquirir conocimientos y comportamientos, se producen grandes cambios en el epigenoma desde que nacemos hasta el final de la adolescencia, cuando parece que se empieza a estabilizar", explica a ELMUNDO.es el doctor Manel Esteller, investigador ICREA del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge (Idibell).
Uno de esos cambios químicos, la metilación, es clave en el proceso de comunicación entre neuronas (sinapsis) y parece aumentar mucho más en la materia gris del cerebro que en la blanca. Además, el trabajo especifica que el patrón de metilación del cerebro es diferente del resto del organismo. "Esto explicaría en parte la plasticidad del cerebro en la infancia", añade Esteller, pero las aplicaciones del descubrimiento (dirigido por Joseph Ecker) no se quedan ahí.
"Sabemos que la adolescencia es una etapa complicada, de cambios conductuales; es probable que el proceso de metilación que se inicia en la infancia se esté acabando de estabilizar en esos años, como un cuadro de luces en el que aún no está muy claro cuáles deben encenderse y apagarse", prosigue el profesor de Genética de la Universidad de Barcelona.
Además, teniendo en cuenta que en la adolescencia se produce un pico importante de algunas patologías mentales, como la esquizofrenia, "tendremos que estudiar si pueden deberse a alteraciones en el patrón de metilación". Y, añade, lo que es más importante, "realizar ensayos clínicos con fármacos epigenéticos que pudiesen influir en la causa de estas patologías".

domingo, 14 de julio de 2013

Natación, vallas y sentido común contra los ahogamientos

Un adolescente se baña en una piscina
Un adolescente se baña en una piscina.| Guillermo Cervera
  • Aprender a nadar puede reducir el riesgo de ahogamiento, pero no es un seguro
  • Los expertos insisten en no dejar a los bebés al cuidado de otros niños
El verano ha comenzado trágico en las piscinas, playas y ríos españoles, con 20 personas ahogadas en todo lo que va de julio. Admitiendo que las noticias sobre ahogamientos pueden tener un cierto efecto eco en los medios de comunicación (todavía no se ha alcanzado la cifra de 2011 de 473 fallecidos), los especialistas insisten en las medidas de precaución necesarias para evitar sustos innecesarios; sobre todo cuando hay niños de por medio.
La primera recomendación que repiten los especialistas es no quitarles el ojo de encima a los más pequeños, incluso aunque sepan nadar. En este sentido, la doctora María Jesús Esparza, del grupo de trabajo de actividades preventivas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), distingue los accidentes que pueden ocurrir en torno a dos grupos de edad: la adolescencia y los bebés que empiezan a gatear y a caminar.
"La única manera de concienciar a los adolescentes del peligro es hablar con ellos, educarles, porque sus padres no van a estar ahí cuando el chaval de 15 años se bañe", explica esta especialista. Las zambullidas de cabeza, las bromas y juegos como ver quién aguanta más debajo del agua son el foco de peligro en esa etapa ("sobre todo en varones, entre quienes los acidentes son más frecuentes a esa edad").

Los niños mayores y socorristas no son cuidadores

En el otro extremo, esta especialista destaca a los bebés 'deambuladores', que empiezan a ser autónomos y pueden ser víctimas de accidentes al menor despiste. Para este grupo de edad (entre el año y los cuatro años), los expertos recomiendan vallar las piscinas privadas por los cuatro costados, no quitarle el ojo de encima al pequeño en ningún momento, evitar despistarse en situaciones de confusión (la llegada a un hotel nuevo, por ejemplo) y no dejarlo nunca al cuidado de otros niños mayores.
En el caso de las piscinas comunitarias, que sí están obligadas a contar con un socorrista, Esparza insiste en no considerar a éste como una niñera; "porque su obligación no es cuidar a los niños". "En el 70% de los casos de ahogamientos infantiles, cuando se pregunta a los padres, la mayoría había perdido el contacto visual con su hijo menos de cinco minutos", destaca Juan Jesús Hernández responsable del Plan de Salud de Cruz Roja.
No hay una edad 'oficial' para enseñar a un niño a nadar, aunque los especialistas sí recomiendan familiarizarles con el agua cuanto antes. LaAcademia Americana de Pediatría menciona los cuatro años, pero también señala que los menores de esa edad tienen menos riesgo de ahogarse si han recibido clases. De hecho, esta misma semana un estudio español alertaba de que el 70% de los niños ahogados no sabía nadar ni llevaba flotador.
La doctora María Jesús Esparza, admite que es positivo y necesario que los niños aprendan a nadar, pero recomienda no quitarles el ojo de encima a los más pequeños, "incluso aunque sepan nadar". El estudio español subrayaba de hecho que la natación se asoció a una reducción del riesgo de ahogamiento del 88%, "pero en ningún caso sustituye a la vigilancia, el vallado de piscina y los sistemas de flotación adecuados". "A los niños que saben nadar también hay que vigilarlos porque no tienen conciencia de riesgo", subraya el responsable de Cruz Roja".
También Juan Carlos Méndez, encargado técnico de la escuela infantil acuática Chapoteos, en Madrid, insiste contra esa falsa sensación de seguridad y distingue entre 'natación' y 'actividad acuática'. A su juicio, un bebé puede empezar a familiarizarse con el medio acuático tan pronto como a los cinco meses, "y poco a poco, podría llegar a ser completamente independiente . Ya a los 18 meses podría desplzarse en apnea con la cabeza bajo el agua e incluso alcanzar el bordillo en caso de una caída accidental". Para hablar de natación propiamente dicha, con técnica y estilos, ambos coinciden en retrasarlo hasta los cuatro o seis años, dependiendo de cada niño.

Chalecos mejor que flotadores

En el caso de los niños que no saben nadar, como ya indicaba esta semana el Ministerio de Sanidad, los chalecos salvavidas son más seguros que los flotadores y manguitos. Además, insiste Méndez, incluso las pequeñas piscinas de plástico pueden suponer un riesgo para los bebés más pequeños.
En este sentido, la Academia Americana de Pediatría insiste en no dejar a los niños sin supervisión incluso en estas pequeñas piscinas de plástico, porque pueden caer de cabeza intentando coger algo del agua y ser incapaces de ponerse de pie.
Finalmente, en caso de que el despiste no llegue a mayores y un adulto pueda rescatar al niño del agua a tiempo, la doctora Esparza recomienda ponerles de lado para que escupan todo el agua que hayan tragado; "si están conscientes y tosiendo, lo mejor es animarles a toser". En el caso de un niño inconsciente es necesario avisar a los servicios de emergencia cuanto antes e iniciar una maniobra de reanimación cardiopulmonar, insuflando aire y con masaje cardiaco. "Lo mejor es que lo haga una persona instruida, y los padres con niños pequeños deberían tener unas nociones básicas", aconseja.

jueves, 11 de julio de 2013

La contaminación, otro enemigo del pulmón

Humo saliendo por untubo de escape
El tráfico de los coches es una de las principales fuentes.| EM
  • Incluso bajo los niveles autorizados por la UE, aumenta el riesgo de cáncer
No hay un umbral seguro. Los estudios sobre los efectos de contaminación ambiental cada vez son más numerosos y evidencian los riesgos que supone la emisión de contaminantes en la atmósfera. La revista 'The Lancet' publica esta semana dos investigaciones que muestran cómo, incluso los niveles permitos por la UE, incrementan el riesgo de cáncer de pulmón y de morir por un problema cardiaco.
La contaminación ambiental no se encuentra todavía en los libros de texto de Medicina como una causa de cáncer de pulmón. Sin embargo, a raíz de los datos que presenta uno de los estudios publicado por 'The Lancet Oncology' este vínculo debería consolidarse como otro más entre las amenazas que, como el tabaco, 'golpean' la salud pulmonar.
Las partículas en suspensión de determinados tamaños (PM2.5 y PM10), los óxidos de nitrógeno y el ozono troposférico, un contaminante derivado de otros, están reguladas por la Unión Europea que, en los años 70, fijóunos límites máximos permisibles. No obstante, y debido a la muerte de más de dos millones de personas cada año en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reducido esos niveles de seguridad.
Ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla superan los niveles legales, principalmente "aquéllas con mayor carga de tráfico y presencia de industrias, refinerías, centrales térmicas -sobre todo las de carbón-", argumenta Francisco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción.
Según el análisis publicado por 'The Lancet Oncology', estas partículas son peligrosas cuando los niveles son altos, pero incluso cuando están por debajo de los valores límite de la Unión Europea, si la exposición es prolongada, conlleva un significativo aumento del riesgo de cáncer de pulmón, concretamente del subtipo adenocarcinoma.
Las partículas en suspensión (procedentes del tráfico, la industria y las calefacciones domésticas) pueden penetrar profundamente en los pulmones, pasar a la sangre y dañar muchos sistemas orgánicos. "Cuanto más pequeñas (PM2.5), más perjudiciales", señala el coordinador de Ecologistas en Acción.
Ole Raaschou-Nielsen ha coordinado en la Universidad de Utrecht (Países Bajos) un equipo de investigadores internacional que ha analizado 17 estudios de nueve países europeos, con casi 313.000 personas. Ese análisis reveló que 2.095 ciudadanos habían desarrollado cáncer de pulmón.
Mediante un modelo estadístico que excluía los casos debidos a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la dieta y el tipo de trabajo, "el análisis encontró que por cada aumento de cinco microgramos por metro cúbico de contaminación de PM2.5, el riesgo de cáncer de pulmón incrementaba un 18% y por cada ascenso de 10 microgramos por metro cúbico en la contaminación por PM10, las probabilidades subían en un 22%". Por el contrario, "no se encontró ninguna asociación entre óxidos de nitrógeno y este tipo de cáncer", subraya Nieuwenhuijsen.
La normativa europea establece el límite de las PM10 en 40 microgramos por metro cúbico anual y de las PM2.5 en 25. Sin embargo, la OMS recomienda que el valor máximo de las partículas más pequeñas no sea superior a 10. Como resalta el investigador, "la Unión Europea permite más del doble de lo que recomienda la OMS". Dado que "el riesgo persiste en concentraciones por debajo de los límites establecidos y que no hemos encontrado un umbral por debajo del cual no haya riesgo", quizás sería aconsejable, en primer lugar, revisar la normativa, y, sin duda, que los países cumplan con las leyes.
En cuanto a la salud cardiovascular, el otro estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Edimburgo (Escocia), evidencia que una reducción de 3,9 microgramos por metro cúbico en los niveles de los grandes contaminantes, como los mencionados anteriormente, podríaprevenir unos 8.000 ingresos por insuficiencia cardiaca y ahorrar en torno a 300 millones de dólares (unos 234 millones de euros) cada año tan solo en Estados Unidos.
"La insuficiencia cardiaca es una frecuente, costosa, y mortal enfermedad que afecta a más de 20 millones de personas en todo el mundo y es una de las más frecuentes razones de ingreso hospitalario. Mientras el papel de la contaminación ambiental es bien conocido como un factor de riesgo de infartos de miocardio, estaba menos claro si esa exposición aumentaba el riesgo de efectos adversos en pacientes con otros problemas cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca. Teniendo en cuenta que toda la población está expuesta al ambiente, incluso una modesta reducción de la contaminación podría tener grandes beneficios cardiovasculares y un sustancial ahorro sanitario", concluye Nicholas Mills, principal autor de este trabajo.