jueves, 2 de septiembre de 2010

Un antitumoral que frena el Alzheimer

  • Un estudio describe una molécula específica de esta demencia y cómo inhibirla
  • El descubrimiento podría abrir una nueva etapa en las terapias antimiloides

Cristina de Martos Madrid

Aunque muchos expertos sugieren que será difícil dar con una cura para el Alzheimer, la ciencia no renuncia a su búsqueda aunque sea en el estante de los fármacos contra el cáncer. Ahí es donde un grupo de investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York (EEUU) encontró Glivec, capaz de inhibir de forma selectiva la producción de la proteína beta-amiloide, que forma las placas características de la enfermedad.

Los intentos de dar con una terapia antiamiloide han dejado un reguero de sinsabores que ha generado cierta desconfianza en torno a la viabilidad de esta estrategia frente al Alzheimer y ha causado incluso la quiebra de las compañías que apostaron por ella. Sin embargo, "sigue siendo un acercamiento racional para el tratamiento de esta enfermedad". Con ese convencimiento está trabajando el equipo dirigido por el Premio Nobel de Fisiología y Medicina Paul Greengard.

Las placas amiloides se forman por la acumulación de la proteína beta-amiloide, fabricada por la enzima gamma-secretasa. Cuando se descubrió este mecanismo, muchos creyeron que inhibiendo la acción de este catalizador desaparecerían estos dañinos depósitos. Coser y cantar.

Pero todos los intentos fueron un fracaso porque la gamma-secretasa, además de generar la proteína beta-amiloide, interviene en la formación de otras, de vital importancia para el organismo. De este modo, cada compuesto capaz de frenar la aparición de las placas provocaba graves efectos colaterales que hacían imposible su uso terapéutico.

'Un aspecto muy novedoso'
El grupo de Greengard ha descubierto que un antitumoral llamado imatinib (Glivec por su nombre comercial) disminuye la producción de todas las formas de beta-amiloide sin afectar a la producción de otras moléculas. ¿Cómo lo hace? Su mecanismo de acción, descrito en la revista 'Nature', consiste en impedir que una molécula llamada GSAP interactúe con la gamma-secretasa. De este modo, la 'acción amiloide' de la enzima se bloquea mientras las demás siguen funcionando.

A pesar del avance, lamentablemente, imatinib no se puede emplear para tratar los enfermos de Alzheimer –más de 30 millones en el mundo-. Existe un inconveniente: es incapaz de traspasar la barrera hematoencefálica (la que 'filtra' qué sustancias pueden entrar en el cerebro).

Por eso, aunque "la molécula GSAP es una diana potencial para una nueva familia de terapias antiamiloides", indica Greengard, hay que "desarrollar compuestos que actúen como Glivec pero que tengan la habilidad de pasar la barrera hematoencefálica". Lograrlo "podría revolucionar el tratamiento de la enfermedad", añade.

Aunque se trata de resultados preliminares y con ciertas limitaciones, "el trabajo tiene un aspecto muy novedoso que es el descubrimiento de GSAP, que parece ser que sólo interrumpe la acción de la gamma-secretasa sobre la proteína amiloide", explica a ELMUNDO.es Jesús Ávila, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

"Eso convierte a esta molécula en muy específica para la enfermedad de Alzheimer y hace más fácil atacarla con inhibidores [como Glivec]", añade este experto. Aunque "aún hay que dar con una variante y cuyos efectos no lleguen demasiado tarde para revertir el proceso, que es lo que suele pasar en esta demencia", concluye este experto.

elmundo.es

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