domingo, 30 de noviembre de 2008

Coexistir con demencia tipo Alzheimer

Dr. Aldo Guevara D’Aniello
Geriatra y Gerontólogo

El título de esta nota no responde a otra cosa que a una realidad ineludible y a una demanda de nuestros días. Es que el siglo que viviremos esta marcado por la presencia masiva de personas de tercera edad y en consecuencia de sus problemas. Uno de ellos, Cada vez más frecuente, las demencias degenerativas, de las que va a la cabeza el Alzheimer.
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Se dice que de 10 familias, 8 tienen un ultrasexagenario entre sus miembros, y de esas 6 padece de un trastorno demencial. Ello ocasiona un estado de desazón que empuja al núcleo familiar a demandar servicios a la comunidad para enfrentar el desequilibrio psicoemocional que eso produce.

Uno de los gestos típicos es deambular por diferentes consultorios, del neurólogo al psiquiatra hasta que finalmente se cae en un geriatra, pero precisamente cuando ya es muy tarde. De todos modos, es bueno anotar que aún ahora no hay curación para esta patología que destruye la personalidad del sujeto, y que se hacen esfuerzos considerables por conseguir un diagnóstico temprano a fin de prevenir sus devastadoras consecuencias.

Mantener en el seno del hogar a un añoso afectado significa adaptar todo el entorno físico para que sobreviva en ese ambiente, y adaptar los hábitos y costumbres de sus integrantes con el objetivo de lograr un equilibrio individual y colectivo. Lo difícil radica justamente en la reeducación que exige la participación coordinada de los habitantes de la casa y esa cooperación no se puede esperar voluntariamente de la parentela.
Reeducar representa un gran esfuerzo personal, espiritual e intelectual de los allegados, en el que debe primar la solidaridad, pensando que mañana posiblemente podríamos ser nosotros los golpeados por la enfermedad. Y además, esa educación implica un sinnúmero de renunciamientos que no siempre se esta dispuesto a hacer.
Por eso, las solicitudes de ingreso a los asilos de ancianos son más que considerables. Igualmente, por esa razón vemos muchos envejecidos deambulando sin rumbo cierto por calles y plazas. Efectivamente, es agotador asistir a este tipo de enfermos, sin embargo, se cuenta con principios y metodologías para enfrentar su trato que redunda en calidad de vida.
Hoy por hoy, en el siglo en el que nada es imposible, es pues soportable la cohabitación pacífica con los dementes de Alzheimer. Y tal afirmación es tan cierta que, aunque no hay curación, la industria farmacéutica ha trabajado frenéticamente en ese aspecto entregando productos que si no dan los mismos resultados en la totalidad de quienes los usan permiten sintonizar los síntomas y hacer equilibrios.
Así las cosas se hacen más llevaderas y permiten una mejor situación del individuo, al igual que un alivio a los parientes que antes sufrían más que el propio demente. En todo caso, se debe recalcar que para alcanzar esta coexistencia armónica hay que partir del reconocimiento del grupo familiar y social de la presencia de la patología sin prejuicios, ni dramatismos con el ánimo de enfrentarla con una dosis de humanidad y esperanza.

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