jueves, 17 de febrero de 2011

El envejecimiento es una oportunidad para pasar de cuidar a cuidarnos

Pilar Rodríguez /Gerontóloga y experta en Servicios Sociales

La que fuera directora general del Imserso, Pilar Rodríguez, ha coordinado, en colaboración con Pura Díaz, la guía “Mujeres. Las oportunidades de la edad”, una publicación que ofrece las claves para lograr una vida plena una vez cumplidos los 65 años.

Melina Fernández EM 17.02.2011
Pregunta.- Recientemente, se acaba de presentar la guía "Mujeres. Las oportunidades de la edad", que ha coordinado en colaboración con Pura Díaz Veiga y que recoge recomendaciones para envejecer positivamente. ¿Por qué es necesario concienciar a la mujer sobre la importancia de participar activamente en la sociedad?

Respuesta.-Porque la mayoría de las mujeres que hoy tienen más de 65 años se vieron en su juventud excluidas del espacio público, a causa de los condicionamientos de una sociedad patriarcal que imponía a las mujeres un rol social subordinado.Ello significó que muchas de estas mujeres no tuvieron oportunidades para desarrollarse como personas completas: excluidas del mundo del empleo, de la política, de la economía, del poder, del conocimiento…, vivieron relegadas al ámbito doméstico. Su dedicación al cuidado de los demás ha sido muy positiva para sus familias, pero ese beneficio se ha logrado a costa de grandes sacrificios y renuncias para ellas mismas.
Otro grupo de mujeres de estas edades sí ha tenido experiencia en la esfera laboral, pero ésta ha sido, en general, en puestos de baja cualificación, inestables, con periodos de interrupción (partos, crianza, etcétera.) y sin muchas oportunidades de promoción profesional. Es el famoso "techo de cristal" de las mujeres, que les ha impedido acceder a puestos de trabajo de alta responsabilidad y a espacios de poder debido a su "obligación" de atender con preferencia su rol tradicional de ama de casa y cuidadora, prioritario a todas las demás ocupaciones.
Pero ahora, cuando las mujeres han traspasado el umbral de los 60 y más años, se abre un nuevo período vital para ellas, una etapa en la que ha disminuido la presión de atender responsabilidades familiares y laborales y disponen de más tiempo libre. Puede ser el momento adecuado para descubrir nuevos campos de desarrollo personal y vivir experiencias que nunca antes tuvieron, como es la de la participación social. Las mujeres que a esta edad se acercan, por ejemplo, a alguna asociación (de vecinos, de mujeres, de personas mayores, de voluntariado, etcétera) encuentran una vía de participación social que les resulta, según ellas mismas relatan, sumamente enriquecedora.

P.-La guía se basa en la premisa de que el envejecimiento conlleva nuevas oportunidades a las mujeres. ¿Podría poner algún ejemplo?

R.-La esperanza de vida de las mujeres españolas supera hoy en día los 84 años de edad. Eso supone que, para muchas, después de cumplir los 60, aún pueden llegar a tener 30 años por delante de vida. Y eso, unido a lo que decíamos antes de contar con mayor disponibilidad de tiempo libre, abre un mundo lleno de oportunidades.
La primera de todas es que puede ser el momento de que las mujeres piensen, aunque sea por primera vez en su vida, en ellas mismas y en lo que les gustaría hacer, en lo que realmente les podría hacer más felices. Un buen momento para planificarse la nueva etapa de su vida con el fin de realizar sus propios proyectos de acuerdo con sus deseos y preferencias.
Ejemplos hay muchos, porque afortunadamente ahora existe gran variedad de ofertas para disfrutar del ocio, para viajar, para aprender cosas nuevas, para relacionarse con otras personas, para cuidarse, para divertirse o para apuntarse a una asociación, para realizar labores altruistas.

P.-Una de las sentencias que recoge el manual es que "el respeto a nuestra libertad y el reconocimiento de nuestra voluntad es lo que más deseamos las mujeres". En este sentido, ¿a la sociedad del siglo XXI le queda mucho camino por recorrer?

Sin duda, porque, si es verdad que se ha avanzado mucho, aún estamos lejos de alcanzar una sociedad verdaderamente igualitaria. A las mujeres todavía nos cuesta mucho arrancar espacios privilegiados que tradicionalmente han sido de ellos, tanto en el ámbito socioeconómico y político como en el mismo espacio privado.
Y tampoco estamos libres ni de lejos de los estereotipos de género. Los efectos de la socialización, que se nos inculcan desde la infancia, son muy reacios a desaparecer. Por eso, en el imaginario colectivo pervive todavía como imagen de la mujer ideal, la que renuncia a sus deseos, a su libertad y a su propio proyecto de vida para dedicarse a cuidar y ofrecer.

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