martes, 26 de enero de 2010

Acabar con las pérdidas de orina.

Es probable que sufras incontinencia urinaria si se te escapa un poco de orina al toser o al reír, si al abrir el grifo no puedes reprimir las ganas de ir al baño, si lo visitas más de ocho veces al día o si te despiertas en varias ocasiones durante la noche con la sensación de tener la vejiga llena. Contamos cómo resolverlo.



La vejiga es un músculo con forma de globo que, cuando almacena orina, se relaja y al miccionar se contrae. En dicha función se ven implicados otros músculos: los esfínteres, que actúan como bandas elásticas y mantienen cerrada la uretra, y el suelo pélvico, que sostiene el útero, el recto y la vejiga, ayudando a mantenerla cerrada. Cuando la vejiga se encuentra llena, las distintas terminaciones nerviosas envían señales al cerebro. Una vez en el baño, el cerebro manda un mensaje a los músculos esfínteres y del suelo pélvico para que se relajen y de esa manera expulsar la orina.
La incontinencia puede deberse a problemas puntuales como las infecciones urinarias, vaginales, estreñimiento severo, obesidad, tabaquismo o el efecto de fármacos (antidepresivos, diuréticos, narcóticos, antipsicóticos,…). También puede ser una consecuencia de ciertos problemas neurológicos (ictus), diabetes, hiperplasia de próstata-en los hombres-, anomalías en la uretra, prolapso de útero o de vejiga…

Cuando no se debe a ninguna de estas patologías, suele ser la consecuencia de la pérdida de tono o deterioro de los músculos implicados en la micción (los de la vejiga, los esfínteres y el suelo pélvico) que puede producirse tras el embarazo y los partos, por la práctica de ciertos deportes, la menopausia, e incluso algunas profesiones en las que se ejerce presión en el abdomen (los sopladores de vidrio, los músicos de instrumentos de viento…).
En caso de que suframos pérdida de orina, deberemos acudir al médico, quién realizará un historial donde incluirá nuestros hábitos miccionales, exámenes vaginal y rectal que le ayudarán a descartar causas anatómicas, y una serie de pruebas: cistometría (permite valorar la presencia de contracciones involuntarias, la sensibilidad vesical, la presión durante el llenado, la relación volumen-presión y la capacidad vesical), curva de flujo-presión (que permite medir la presión del detrusor y el flujo urinario), urografía endovenosa (que permite la visión de los riñones y de las vías urinarias inferiores tras la inyección de un radiocontraste); flujometría (consiste en el análisis de una micción a través del flujo máximo y medio y del tiempo de micción y volumen), análisis de orina y de sangre. Todo ello servirá para que pueda poner tratamiento adecuado a dicho problema.
Con los primeros síntomas de incontinencia se deberá acudir al médico, ya que hay varios tratamientos que solucionarlo. Hay que destacar que más del 80% de las mujeres tratadas obtienen clara y rápida mejoría.



Tratamientos anti-pérdidas
Ejercicios de Kegel: Con la vejiga vacía, la paciente se tumba cómodamente boca arriba y contrae varias veces los músculos perineales como si se quisiera evitar la salida de las heces. Debe hacerlo sin apretar el abdomen ni los glúteos y manteniendo la contracción cinco segundos. Es importante que no se realicen demasiadas repeticiones durante las primeras semanas, ya que el músculo se deberá tonificar paulatinamente.

Ejercicios con conos: Para fortalecer el suelo pélvico la paciente introduce un cono dentro de la vagina e intenta retenerlo durante unos minutos.

Estimulación eléctrica del suelo pélvico: Se realiza mediante la acción de unos electrodos que, colocados en la zona vaginal o rectal, emiten unos impulsos que provocan contracciones musculares que fortalecen el suelo pélvico.

Estilo de vida: Es importante controlar el peso (la obesidad incrementa el riesgo de incontinencia), prescindir del café, alcohol, tabaco,… e incrementar la fibra en la dieta diaria.

Medicamentos: Algunos ayudan a fortalecer y tonificar los músculos del suelo pélvico y aquellos que rodean a la uretra, y los estrógenos son eficaces tras la menopausia (siempre bajo control médico). Además, existen algunas cremas vaginales que alivian los síntomas y también la duloxetina, la tolterodina o la solifenacina mejoran la calidad de vida del paciente.

Implantes de colágeno: Consiste en inyectar pequeñas cantidades de colágeno en la uretra para añadir volumen a los tejidos y así ayudar a que se mantenga cerrada.

Biofeedback: Permite al paciente visualizar la acción de contraer y relajar los músculos perineales. Este tratamiento se realiza en sesiones en las que se colocan unas almohadillas sensoras en la zona perineal externa para detectar las alteraciones musculares y nerviosas relacionadas con el deseo de orinar y con el control de la micción. Así, la paciente, con ayuda del terapeuta, aprende a reconocer y alterar esas señales, convirtiendo un proceso fisiológico inconsciente en otro controlable y consciente.

Cirugía: Se utiliza cuando tras haber sido realizado alguno de los anteriores tratamientos no se ha notado demasiada mejoría. Consiste en la recolocación de la vejiga en su posición normal, e incluso se realizan implantes.


CÓMO PREVENIR

● Eliminar de la dieta el café y el alcohol.
● Tener una dieta rica en fibra para evitar el estreñimiento.
● Beber al menos ocho vasos de agua al día.
● No retrasar el momento de ir al baño.
● Ante el menor síntoma de dolor al orinar o molestias, acudir al médico

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